Cómo aprender a detectar el pecado en nuestras vidas
Por el Dr. Adrián Rogers
“¿Quién podrá entender sus propios errores? Líbrame de los que me son ocultos” (Salmo 19:12).
El Espíritu Santo: su mejor amigo
¿Sabe que usted tiene pecados en su vida de los que nada sabe? No se preocupe. Todos los tenemos. Todos tenemos debilidades no detectadas, así como la tierra tiene no detectadas fallas geográficas que ocasiona terremotos masivos. Cómo respondemos a estas debilidades es lo que pone acero espiritual en nuestras vidas.
Para entender este concepto, miremos a dos hombres en la Biblia: David y José. Ambos se levantaron desde el nivel de pastores hasta el nivel de la realeza. Ambos hombres encontraron favor a los ojos de Dios. Ambos tropezaron con la inesperada tentación del adulterio: David con Betsabé (2 Samuel 11), y José con la mujer de Potifar (Génesis 39).
A través del continuo ministerio del Espíritu Santo, ellos aprendieron a confiar en el ministerio del Espíritu Santo para transformar sus puntos débiles en pilares de fortaleza.
Debilidad no detectada
David pensó que era fuerte. El guió ejércitos que aniquilaron a miles. No obstante, con toda su habilidad y sus soldados, él tenía una debilidad no detectada. En contraste, José sabía que no era fuerte. Sus hermanos lo vendieron como esclavo. En su quebrantada debilidad, él aprendió a depender del ministerio del Espíritu Santo.
Tentación inesperada
El ser tentado era, probablemente, en lo que menos pensaba David cuando fue a la azotea de su casa para respirar aire fresco. Desde ahí vio a Betsabé y escuchó a su carne. En contraste, cuando la mujer de Potifar se acercó a José, él inmediatamente reconoció la tentación, la rechazó, ¡y huyó! Dijo: “¿Cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra Dios?” (Génesis 39:9).
Vida desprotegida
Al mirar el pecado de David, no fue protección externa lo que él necesitaba, sino protección interna. Él necesitaba en su interior el acero espiritual del Espíritu Santo de Dios y la Palabra de Dios. En contraste, José se había aferrado al poder de Dios. Habiendo sido templado en sus luchas como esclavo, José fue fortalecido por el poder de Dios para luchar contra los ataques de Satanás.
La aplicación es clara. Necesitamos el acero espiritual de Dios para que nos haga interiormente fuertes contra las estratagemas de Satanás. ¿Cómo obtener ese acero espiritual?
Primero, debemos aprender a escuchar su voz por encima de los rugidos de Satanás, quien quiere engañarnos y seducirnos para que pequemos (1 Pedro 5:8-9). Segundo, necesitamos escuchar al Espíritu Santo, llamándonos a convicción, limpieza y restauración. Después de escuchar su voz, necesitamos hacer caso a su llamado, haciendo todo esfuerzo para estar firmes en su presencia que otorga poder a nuestras vidas.
Él le está llamando por medio de su creación, su Palabra, y su Espíritu. ¿Está usted escuchando? ¿Hará caso al llamado del Espíritu Santo, que quiere revelarle su debilidad, anticipar la tentación, y proteger su vida?