Domingo 08 septiembre 2024

Dev. 8

*No quebrará la caña cascada, ni apagará el pábilo que humeare. Isaías 42:3*

Entonces puedo esperar un trato tierno de parte del Señor. En verdad, me siento estar mi mejor condición siendo tan débil, y tan plegable como un junco. Alguien dijo: "me importas un comino"; y la expresión, aunque poco amable, no dejaba de ser cierta. ¡Ay!, yo soy inferior a una caña que crece junto al río, pues ella al menos puede sostener en alto su cabeza. Yo estoy cascado, grandemente, tristemente cascado.

No hay música en mí ahora; hay una rendija que deja escapar toda la melodía. ¡Ay de mí! Sin embargo, el Señor Jesús no me quebrará; y si Él  no lo hará, entonces poco me importa lo que otros intenten hacer. ¡Oh, dulce y compasivo Señor, yo me acurruco bajo Tu protección, y me olvido de mis heridas! En verdad es justo que también sea comparado al "pábilo que humeare", cuya luz se ha extinguido, y sólo su humo permanece. Me temo que soy una molestia más que un beneficio. Mis temores me indican que el diablo ha apagado mi luz, y me ha dejado un molesto humo, y que el Señor me aplicará pronto un extinguidor.

Sin embargo, percibo que aunque hubieren despabiladeras bajo la ley, no había extinguidores; y el Señor Jesús no me apagará; por tanto, tengo esperanzas. Señor, enciéndeme de nuevo, y hazme brillar para Tu gloria, y para exaltación de Tu ternura.

*Charles H. Spurgeon. Traducción de Allan Román*

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